La reforma patas arriba y la escuela al revés
Lev M. Velázquez Barriga*
La Jornada
5/jul/2018
En el libro de Eduardo Galeano Patas arriba: la escuela del mundo al revés se
describe un modelo de sociedad y de escuela que rompe con la lógica del
sentido común, lleno de antivalores y prácticas opuestas al humanismo,
la democracia y la justicia social. Mostrar de manera inversa una
realidad cosificada, inhumana, carente de ética, deshonesta, en la que
lo más importante no son los seres humanos, sino la ganancia, es tan
sólo un recurso didáctico que nos ilustra lo cruda que es la educación
en y para el mundo del capitalismo.
Cuando se consulta la versión acabada del Modelo educativo para la educación obligatoria, cuyos planes y programas fueron presentados por Aurelio Nuño hace unos días y publicados en el Diario Oficial de la Federación el
pasado 28 de junio, nos recuerda la paradoja que evoca Galeano y
pareciera que la Secretaría de Educación Pública (SEP) está planteando
la reforma educativa al revés. El esquema contiene una serie de
contradicciones que pueden ser leídas de forma opuesta a lo que
discursa; de esa manera es posible develar su verdadera esencia.
En el modelo educativo al revés, el gobierno mexicano se propone
educar para la libertad, pero impulsa una estrategia de censura propia
de las dictaduras políticas, en la que se asesina a los periodistas que
luchan por ella; balea y reprime a los estudiantes que la ejercen;
encarcela, desaparece y persigue a quienes la buscan; espía a la
ciudadanía y a sus opositores; además, amenaza a quienes denuncian las
violaciones a la privacidad.
El modelo educativo al revés dice que los alumnos tendrán una
formación integral, es decir, el desarrollo pleno de todas sus
facultades, por eso propone enseñar menos para aprender más, reduciendo
los aprendizajes a las competencias laborales para la sociedad del siglo
XXI. Su pedagogía de la rentabilidad concibe al estudiante como capital
humano, es decir, en su única dimensión económica y no en la
complejidad ecobiosicosocial que lo define. Aun el desarrollo
socioemocional está ligado a la transferencia de inteligencias, valores y
habilidades de la escuela a los nuevos patrones organizativos
empresariales del estilo Oxxo, que para seguir garantizando el éxito
demandan empleados con mayor flexibilidad, capacidad para la
autorregulación de las relaciones personales en el trabajo y manejo del
estrés grupal.
Para ser inclusiva, la escuela al revés tiene que ser excluyente:
sólo así niega a los alumnos con discapacidades el derecho a recibir
educación y atención especial, confunde terriblemente integración con
inclusión. La escuela de la diversidad está patas arriba, reconoce las
diferencias, pero fomenta la evaluación estandarizada, de modo que para
atender las muchas formas de aprender y de enseñar tiene una sola
pedagogía universal que elimina a todas las demás, el enfoque por
competencias.
Está tan de cabeza que por poner la escuela al centro deja a
los alumnos fuera. El cierre masivo de escuelas multigrado o
reconcentración escolar, que ya está en marcha, dejaría sin educación a
millones de alumnos de comunidades rurales e indígenas, y a otros tantos
los desplazaría de sus lugares de origen. Para crear oportunidades para
los más vulnerables oferta becas en vez de escuelas y cierra las que
están más cercanas, para que puedan ir a las más lejanas.
Fortalece la educación pública privatizándola; para garantizar que la
educación sea gratuita, pide aportaciones económicas a los padres. El
presidente de la República dio un gran discurso ejemplificando los
beneficios de la autonomía de gestión: cuando falte algún vidrio o haya
que arreglar alguna puerta, ya no tendrán que hacer engorrosos trámites
burocráticos para que la SEP se haga cargo: ahora tendrán toda la
facultad para hacer las cosas por sí mismos y pagar de su bolsillo lo
que se necesite. La más innovadora de las propuestas trae dinero del
futuro para invertir en el presente, dejando muy claro que eso no es
deuda pública, pero hay que pagar intereses a 25 años.
En la reforma educativa al revés los profesores no son profesores,
pues no hace falta estudiar esa profesión. Para fortalecer la formación
inicial de los maestros se exterminan las normales y se contrata a
quienes no tienen formación inicial docente. La escuela al revés
profesionaliza al maestro desprofesionalizándolo, premia el
individualismo y castiga su antigüedad con la evaluación para el
despido, desconoce su experiencia y no le importa su preparación
académica. Quizá lo que más puede presumirse en este tema es que busca
la calidad de la enseñanza con la precariedad en el trabajo.
En el gobierno también se actúa al revés: el modelo educativo se
anuncia al principio y se hace al final; el secretario de Educación
cobra como funcionario, pero actúa como candidato; uno de los grandes
estatistas de la reforma educativa no supo escribir su propia tesis y el
otro no sabe hablar. Los planes y programas de estudio no serán para
llevarse a cabo en este sexenio, sino en el otro; no obstante, dejan
márgenes estrechos para enderezar la reforma patas arriba durante los
próximos 12 años, de suerte que la solución no vendrá desde arriba ni
con el cambio de gobierno; sólo será posible si los maestros son capaces
de consolidar en cada escuela las contrapropuestas pedagógicas que ya
se practican y construyen en varios estados.
*Doctor en pedagogía crítica